Los congresistas colombianos le tienen miedo a la Constituyente pero ha sido su presidente, el inmarcesible Ernesto Macías, quien la ha vuelto a proponer. Sus argumentaciones tal vez sean muy pobres pero su lógica campesina lo salva. Ya vio que la vaca no da leche ordeñándola en el mismo potrero de las leyes. Propone que la entren a un corral especial, con normas y límites insospechados pero con cuidados singulares y hasta la razón terminarán dándosela.

Pero veamos varias cosas sobre el tema. Primero, que el presidente Duque, una vez más, no tiene idea de lo que maneja. Apenas oyó en Paris la propuesta del presidente del Senado ( que es del CD, el mismo partido que lo llevó a la primera magistratura), salió a decir que no era partidario y  olvidó que esa asamblea la puede proponer un bloque mayoritario de congresistas, no exactamente un ejecutivo desprestigiado y desmantelado en el Congreso como el de él.  Segundo, Macías, como buen provinciano, quiere que la Constituyente esté fuera de la órbita centralista bogotana, y que deben discutirla como lo hizo Núñez con la Carta de 1886, que los llevó para Santa Marta lejos de las intrigas santafereñas. Ahora pueden reunirla allá mismo o en  Cartagena o San Andrés .Y  tercero, la propuesta no dice cómo la van a estructurar. Si va a ser corporativa, nombrada por los gremios y el Congreso  o popular, elegida por listas de candidatos en las urnas, o mixta. Y menos que dice si va a ser soberana y capacitada para cerrar, como la del 91, el Congreso de la República.

Sobre el oficio no hay discusión. Debe llegar a reformar  lo que con remiendos no hemos podido poner a funcionar. Tampoco hay que temer por su ideología. Somos expertos en hacer sancochos constitucionales y en legitimarlos alejándonos cada vez más de las corrientes políticas del momento universal. Por eso la hemos remendando tantas veces

Comentarios