Ni al país ni al gobierno, obnubilados unos y otros en ocultar  su derrota en la batalla contra el dictador Maduro, les pareció  significativo y destacable el regreso de los 59 colombianos que estuvieron presos 3 años, sin fórmula de juicio,solo como sospechosos sin pruebas de ser una banda de paramilitares que pretendía derrocar al régimen venezolano. Quizás porque  el país se había olvidado de ellos y al gobierno no le interesaba recordar su martirio , evitando así el  ser acusado de fraguar el mal llamado cerco diplomático a Maduro sin tener primero en cuenta a ese puñado de compatriotas injustamente detenidos,el regreso de los 59 no ha sido valorado como lo que es.

Pero como toda hipótesis hay que hurgarla aunque no haya manera de confirmarla,no cabe la menor duda que así como ha fracasado el show antimadurista encabezado por Duque y su canciller,aquí debió existir,por lo menos, una gestión callada y contundente del ministro Carlos Holmes Trujillo. Para corroborar esa hipótesis basta con recordar que hace apenas una semana estaba en Caracas la expresidente Bachelette, como alta comisionada de la Onu, dialogando con el dictador venezolano y su equipo de gobierno y, muy seguramente, dentro de sus peticiones estaría el que dejara en libertad a estos compatriotas injustamente acusados de lo que no habían hecho nunca.

Por otro lado,tampoco puede olvidarse en analizar la determinación de Maduro como parte del  lenguaje de signos y símbolos que  usan las dictaduras en crisis para que les reconozcan, antes del portazo final, que poseían un sentido humanitario con los conciudadanos del presidente que con más saña le ha perseguido y buscado su caída. Es posible que así sea.Finalmente Maduro y sus generales saben que terminarán en el exilio y quieren abonar a la caridad cristiana su gesto de buena voluntad.

Comentarios