Adios

El oficio de columnista ha pasado por muchas variables en los 50 años que llevo ejerciéndolo. Cada vez se ha convertido en mucho más molesto que cuando los intocables de siempre preferían disparar para acallar. La creciente irresponsabilidad que generan las redes ,la velocidad conque se fusila moralmente a quien se atreve a escribir columnas vaciándolo con falsas noticias o con insultos a doquier lo ha hecho un oficio ,a más de riesgoso, infinitamente fastidioso. Últimamente, en la medida en que a las redes y correos cualesquiera tiene acceso y libertad para  que opine o pontifique  sin importar ni medir su nivel cultural, me he ganado baldados de insultos y multivariedad de estigmatizaciones que a mis 75 años no creo que deba seguir recibiendo.

Por otro lado, día a día, me he ido convenciendo que mis apreciaciones buscando la certeza son tan despreciables y tan poco valoradas en el trascurrir de Colombia que me siento un orate predicando en una de las esquinas de Tuluá, donde no pude volver desde hace 5 meses porque el alcalde ,por una columna, me ha tirado a 511 perros de presa. Nunca he pretendido ser el orientador de la opinión nacional  pero frente a lo  que pasa por estos días, y lo que va a pasar, he  reflexionado hasta el punto de tomar la determinación que ésta sea mi última columna. Me retiro satisfecho y agradecido de haber tenido tantos lectores y un periódico como ADN que protegió a toda costa mi libertad de pensamiento. Pero no doy más. Mi edad, y mi deteriorada salud no puedo seguirlas juntando con las canecadas de oprobios o los señalamientos sin pudor que me escupen por redes y correos. Me retiro a vivir lo restante leyendo y escribiendo y cuidando mis animalitos, buscando la tranquilidad que he perdido.Tal vez daré los consejos del anciano retirado a quien me busque en mi refugio de eremita a orillas del río Cauca.Mil gracias a todos.Adiós.

Paro Bochinchoso

Si alguna conclusión clara deja traslucir  el 21 N es que los colombianos ya no aguantamos  más un mal gobierno y, también, que no vamos a dejar crecer los grupúsculos de vándalos que, a imitación de los soviets de Lenin, quieren arrebatarnos a las malas la mucha o poca comodidad que gozamos.

Pero ni aún así el presidente Duque reconoce su error ni Petro deja de insistir, tras bambalinas, en que Colombia debe vivir el mismo proceso de la revolución bolchevique de hace 100 años. El uno desde la Casa de Nariño, saliendo con discursos destemplados que lo muestran alejado de la realidad. El otro, desde su tuiter aúpando para que el paro continuara buscando que los grupúsculos que dejó formados cuando fue alcalde obedecieran en Suba y en Usme a sus consignas leninistas.

Pero el paro del 21 N también nos dejó más conclusiones. Nos demostró, (como en las elecciones del 27 de octubre), que la nueva herramienta de poder son el celular, las redes y el whatsapp. Pero en ese intonso 21 N nos sirvió para demostrar cuan bochinchosos somos y cuanto pánico se puede sembrar a través de esas redes volviendo realidad los fantasmas del terror. Por supuesto,también sirvió ese paro bochinchoso para demostrar que los anarquistas disfrazados de encapuchados no han sido ni estudiados ni perfilados por los servicios secretos del estado ni por los de la embajada gringa.

Y, sobretodo, que como el desequilibrio y la injusticia siguen reinando, el deseo y la posibilidad de poseer lo que no se alcanza a comprar continúan idénticos a los que sintieron e hicieron el 9 de abril de 1948, cuando mataron a Gaitán y saquearon vitrinas y almacenes. Es probable entonces que después del 21 N el presidente haya aprendido al menos por qué debe vivir con su familia en la Casa de Nariño y no en un apartamento alcanzable por las turbas .Y que Petro se haya convencido que si quiere ser presidente de este país no lo va a lograr imitando los soviets de Lenin.

No hay traductor

En Colombia siempre ha pasado de todo y al final no pasa nada. O no tenemos medida del acontecer histórico  o no tenemos paciencia o, lo que es peor, dejamos que al país lo manejen gobernantes inútiles que no tienen capacidad de traducir lo que su pueblo les pide o políticos que apenas saben camuflar sus verdaderos intereses económicos personalistas.

Por eso tal vez resulte tan extraño el múltiple sentimiento que ha despertado el convocado paro del 21. Hay quienes están esperando el día para poder desahogarse y otros que ya se están armando de palos y chalecos para defenderse de los capuchos. Probablemente porque por primera vez el país se siente sin presidente pues al que hay ni le cree ni lo sigue ni guarda esperanzas en su accionar. O quizás porque en la vecindad las masas se han rebotado. O de pronto, quien quita, porque el país por fin se ha dado cuenta que es injusto y que no le exige a los nuevos guerrillos que no  recluten niños pero le prohíbe a los soldados que disparen contra esas nuevas bandas. O porque ya nos dimos cuenta que mientras los cebolleros de Ocaña tienen que botar su producción porque no tienen subsidio alguno, los cultivadores de caña del Valle reciben el sobreprecio para  el etanol y así salvan que se pierda la mitad de la cosecha.

Por cualquiera de las tantas causas que existen, el país se ha dado cuenta que está construido sobre la injusticia, y está descubriendo por las redes, que ha sido parapeteado en  la mentira. Protestar parando o marchando el 21.Alentar capuchos neoleninistas o contratados por la derecha uniformada para que permitan el espectáculo de la destrucción.O gemir por las redes advirtiéndole a los que no pueden aceptar que la horda acabe con su comodidad y que ellos saldrán a defender lo suyo, es abrirle las fauces a una guerra de nadie contra nadie porque el único que debía oir no lo va a entender y no hay nadie que se atreva a servirle de traductor para que se entere de lo que Colombia pide a gritos.

¿Quién Ganó?

En las elecciones del domingo, que tuvieron por primera vez al smarth como gran herramienta de movilización votante, ya se sabe quienes cargan con la derrota, pero no todos coinciden en quienes ganaron. Y no hay consenso porque como los partidos políticos se volvieron un remedo y el que quedaba, el de Uribe, dando coletazos no pudo organizarse, no hay claro vencedor por el exceso de coaliciones regionales.Tampoco puede hablarse de la conformación entre bambalinas de alguna casa política distinta a la de los Char en la Costa, aunque si puede medirse la magnitud del triunfo de Claudia López, el renacer del galanismo con Carlos Fernando y sus muchos votos en Bogotá y por supuesto, la boleta de ingreso a las grandes ligas de Miguel Uribe Turbay.

Salvo Claudia, que dijo públicamente que seguía con Fajardo, de quien fue su candidata a vicepresidente alguna vez,los demás  ganadores no manifestaron sus simpatías para el debate presidencial que comenzó, indudablemente, el domingo. Los Char entonces mostrarán a su poco carismático pero excelente alcalde barranquillero. Gaviria usará la calculadora para sumar saldos aquí y allá y presentar la opción de Simón y Dilliam, con tantísimos votos,seguramente esperará a conseguir una de sus metas más preciadas: llegar a ser alcalde de Cali. No se sabe, empero,si el aprestigiamiento de Luis Pérez y de Federico Gutierrez les alcance para que Antioquia presente 3 candidatos presidenciales. Pero lo que si se puede entrever es que las fuerzas progresistas triunfadoras no van en la fila india de Petro. Ni Caycedo en Magdalena ni Jorge Iván en Cali ni Romero en Nariño ni mucho menos Daniel Quintero siguen a Petro . Panorama renovado, de eso no hay duda,pero como siempre complicado para acertarlo 30 meses antes.

El mundo Loco

Algo tiene que estar pasando en este mundo para que, al mismo tiempo, la juventud se rebele en las calles del Líbano y en las de Quito, en las de Santiago de Chile y en las de Cataluña. Repitiendo escenas que los ancianos recordamos haber vivido impresionados en 1968, la gente joven no resistió más las normas estrictas de los iraníes y maronitas en Beirut y se fueron a la calle a repetir  las mismas oleadas que hace unas décadas sembraron de desolación al Líbano hasta llevarlo a la postración.

Lo curioso y que pone a pensar es que, al mismo tiempo, en una democracia tan bien vestida e  impecable económica y socialmente como la de Chile, la muchachada haya salido a la calle a protestar, a quemar buses por docenas y a renovarse en su ira porque les modificaron la tarifa del subterráneo. Para entender el fenómeno hay que admitir que  el primer ejemplo lo dieron en el Ecuador, cuando los indígenas volvieron a surgir como volcán, para protestar  porque les arrebataron el subsidio  a los combustibles siguiendo instrucciones del FMI

Y para entenderlo,aunque les cause estupor y repudio, hay que agregar el  que los narcos de Sinaloa salieran a hacer lo mismo porque les estaban intentando detener al hijo de su jefe narco condenado a prisión eterna en las catacumbas del imperio. Pero no podemos olvidar tampoco el que en Hong Kong, la punta del iceberg del otro imperio, el chino, lleven ya tres meses  saliendo todos los domingos con paraguas a arremolinarse en las calles por miles y miles. Y menos  que  en la serena y rica  Cataluña, por irse de independencia,  la muchachada salga a quemar contendores de basura, a interrumpir los trenes y los aviones.

Todo eso, unido y enfocado,hace pensar seriamente en que algo le puede estar pasando al mundo del 2020. Quizás algunos dirán que es la proximidad del cometa Burisonov o las tempestades magnéticas del sol o la inversión lenta  de los polos. Lo que sea, pero el mundo, ahora si, está loco de verdad.

El Galeón

Tremenda vaciada la que le pegó en El Espectador la exministra de Cultura Mariana Garcés a la vicepresidente Martha Lucía Ramírez por su desafortunada decisión de  modificar los términos sobre los cuales se adjudicará el rescate del galeón San José. Con una contundencia impecable y sin usar una sola palabra insultante, Mariana le dice a la metepatista vicepresidente que esa determinación demuestra que desconoce la complejidad del proyecto científico que se requiere para poder salvar el contenido desde lo profundo del mar.Pero además, y lo dice con garbo de señora bugueña, Mariana Garcés le recalca a Martha Lucía que el gobierno del que ella hace parte no ha tenido la grandeza de asumir la discusión sobre el galeón San José  como lo que verdaderamente es: un proyecto de estado. Para la exministra, Martha Lucía lo que quiere es sabotear un proceso científico de las más altas especificaciones y de una complejidad enorme, solo porque proviene del gobierno Santos.

Pero  no contenta con ese baldado de agua, le refriega a la vicepresidente y al gobierno su incapacidad para entender y la torpeza al plantear soluciones a todas luces inviables. Para la exministra pretender mutar por parte de Martha Lucía y su combo un esquema de contratación de asociación público-privada, sin desembolso de recursos públicos, por un engendro que solo contrata al operador para pagarle con recursos del presupuesto nacional, no solo desvirtúa el esquema jurídico sino que crea un ente híbrido que, finalmente, ni buscará lo que contiene el galeón ni se protegerá el patrimonio nacional como lo pregona la vocera del gobierno Duque. Por supuesto, ante tamaña catedral de evidencias la Casa de Nariño seguirá callada, el galeón en lo profundo del mar y los colombianos viendo como nos gastan el presupuesto en vez de pagar con un porcentaje de lo que encuentren allá abajo.