DESDE MI TRINCHERA
POR ADOLFO LEON OLIVEROS TASCON
HAMBRUNA Y PANDEMIA
Resulta escalofriante observar las imágenes que llegan de Brasil donde millones de personas que perdieron sus trabajos acuden masivamente a reclamar lo que allá llaman “cestas diarias de comida” que reparten algunas ONG y distintas alcaldías, como en Sao Paulo, Rio de Janeiro, entre otras, para no morir por inanición. A esta tragedia se suman miles de pensionados cuya mesada ya no les alcanza para comprar sus alimentos.
Este cuadro de horror se aumenta con las cifras de fallecidos que no para de crecer, promedio de cuatro mil por día, como resultado de la conducta irresponsable del gobierno de Jair Bolsonaro, que se ha comportado como un verdadero genocida producto de su egolatría e ignorancia.
Es cierto que la pandemia afecto todos los sectores de la economía, especialmente el turismo, servicios, muchas actividades comerciales e industriales, pero también es cierto que en los países donde los dirigentes se la han jugado con los pequeños y medianos empresarios y han atendido con recursos a los que perdieron sus ingresos, el drama del hambre se disminuye sustancialmente.
Es lamentable presenciar como gobernantes se han aprovechado de la pandemia para llenar miserablemente sus bolsillos para satisfacer su voraz codicia que puede ocasionar una de las peores crisis sociales de la historia de la humanidad, que recuerdan la Francia de final del siglo XVIII que dio lugar a la revolución francesa y a la Rusia de comienzos del siglo XX con la revolución bolchevique, eventos que dejaron millones de muertos.
El común denominador de todas revoluciones en el mundo es el hambre que genera desesperación y que es capaz de derrotar cualquier miedo o intimidación. En otras palabras, estómagos vacíos no comen de cuento, esto para que lo tengan en cuenta gobernantes corruptos que menosprecian las reacciones populares.