DESDE MI TRINCHERA
POR ADOLFO LEON OLIVEROS TASCON
DEPRESION TOTAL
Basta con observar los rostros de la gente en la calle para darse cuenta el estado de incertidumbre, miedo, desesperación que se apodera cada día más de sus pensamientos, de tal manera que es común escuchar que los planes y proyectos que otrora se planteaban en términos de años, hoy escasamente a semanas o días.
Las consecuencias desastrosas de la pandemia en la economía, millones de trabajadores (formales e informales) sin ingresos; en lo social con millones de niños sin asistir a las escuelas y colegios; miles de miles de personas confinadas sin recursos para subsistir, hechos que impiden albergar un mínimo de optimismo en el alma de nuestros compatriotas, peor aun cuando los gobernantes pretenden tapar sus decisiones erráticas trasladando responsabilidades a la ciudadanía.
Los noticieros de toda índole presentan en toda ocasión imágenes de hospitales colapsados, sin cupos en las UCIS, con médicos prendiendo los botones de ética, que no es otra cosa que escoger quien debe vivir y quien no, con discutibles criterios subjetivos.
Es el momento de cuestionar seriamente lo que ha sucedido en el largo año que llevamos en esta tragedia, para encontrar quienes son los verdaderos causantes, sin desconocer la intempestiva aparición del coronavirus que en su momento nos cogió con los calzones abajo, pero a la fecha no es argumento valido para soportar la evasión de culpa.
El gobierno en todos sus niveles, locales, regionales y nacional, deben reconocer que a la gente sin recursos económicos no la pueden encerrar y no se trata de repartir “mercados”, sino de entregar subsidios en dinero a las familias de todos los que se quedaron sin ingresos para qué atiendan sus necesidades de subsistencia que incluye, además de comida; servicios públicos, salud, requerimientos de los hijos, etc.
Por otro lado, los gobernantes tienen que explicar el derroche de billones de pesos gastados para atender la peste, toda vez que no se aumentaron significativamente las camas UCIS ni le entregaron dinero a los desposeídos.
Mandatarios tienen que reconocer que son meros administradores de los recursos, no los dueños, es hora de que los devuelvan a sus legítimos propietarios.