Las oleadas de moralidad recorren al país por épocas. Las de estigmatizar a los que dizque no pagan impuestos también. Cabalgando sobre la noción importada del abuso sexual que los anglosajones ahora persiguen con saña y aferrándose a la eterna condena de la explotación infantil, han montado una feroz campaña en Cartagena contra las trabajadoras sexuales.
El ministro Carrasquilla ha armado la primera trinchera sobre una falacia. Ha dicho que solo 2 millones de colombianos pagamos impuestos, pero se le olvida que todos los millones y millones de compradores de cualquier mercancía o servicio pagan el impuesto a través del 19 % del IVA.
Los moralistas de turno, envalentonados por la utilización de adolescentes en el oficio sexual, están tratando de construir una trinchera anituristica arrebatándole a Cartagena la opción que ciudades iguales en el mundo ofrecen con la prostitución pero, y como allá no hay alcalde, han envalentonado a los policías para que persigan a cuanta dama vestida y maquillada disimulando sus fealdades se ofrece caminando por las orillas de las murallas.
Exageradas ambas posiciones y perversamente planteadas en los medios para estigmatizar, no para racionalizar ni mucho menos conseguir objetivos justos. Combatir concientizando a los que evaden el IVA es muchísimo mejor que obligar a quienes ganen menos de 2 millones de pesos mensuales a gastarse un sueldo entero pagando contador y papeleos e impuestos.
Buscar las redes y controlar ahí si los robos y abusos de quienes ofrecen internéticamente sus servicios de prepagos sexuales, brindando la posibilidad a los clientes anónimos de presentar sus reclamos y denuncias sobre quienes los abusan o victimizan, es mucho más moderno que estar persiguiendo en los andenes, como en la era victoriana, a las ejercitantes del más antiguo oficio de la humanidad.
@eljodario