Ha surgido en los últimos años en Colombia una nueva profesión, la de los tapapopós, que ha tenido tal éxito que no demoran en convertirla en carrera universitaria. Probablemente porque en nuestro país, conquistado, educado y construido por la cruz y por la espada, nunca nos enseñaron a reconocer el error como parte de solucionar la equivocación cometida. O quizás tal vez porque siempre ha resultado prioritario interponer la venganza contra quien descubre al otro en la embarrada, los tapapopós se han ido profesionalizando. El gobierno anterior, desde una oficina de paz de la presidencia, oficializó este oficio que ya cumplían otras dependencias, disculpadas en la mermelada, para atragantar con platas del estado a los medios escasos de pauta y a sus trabajadores. Aquí lo denunciamos en enero pasado con el famoso contrato de Connecta SAS y hemos también escaneado la habilidad paisa para correr velos espesos sobre las torpezas costosísimas de EPM.
Ahora, este nuevo gobierno ha encargado a un par de profesionales para que se encarguen de las dos más conflictivas entidades del estado, que supuran sinverguenzería por todos los poros: el FONADE y el ICA. Probablemente la veterinaria Barrero y el economista Pening conocen la contratitis exultante que cometieron en el ICA para tercerizarlo y volverlo todo popó de gato. Pero lo que si no creo es que el belga-cucuteño tenga la más mínima intención, con la experiencia que dice poseer, de quitarle al FONADE la estructura de lavandería de los auxilios parlamentarios. Más bien, dentro de la política de huevo tibio que va perfilando el señor Duque como su brújula, los estudiados Barrero y Pening parecen ser los ideales para tapar el popó con el que todos los congresistas embadurnaron esas dos entidades y así conseguir la gobernanza sin involucrarlos como responsables.
@eljodario