Se ha sabido que el Consejo de Estado asumirá esta semana la decisión sobre el decreto del gobierno Duque de perseguir a quienes lleven la dosis personal que garantizó un fallo de la Corte Constitucional. Como se trata de un decreto que reinterpreta el Código de Policía, la defensa  que el gobierno ha afrontado ante esa corporación para salvar el decreto me dicen que más parece un batiburrillo de opciones que una demostración estructurada que soporte la salvedad que el gobernante realizó. Apelar por ejemplo a que, ante una posible adicción de los ciudadanos, es deber del gobernante impedir que la dosis personal de marihuana se pueda fumar en un lugar público ( el Código de Policía prohíbe beber en calles, parques y andenes) parece tan traída de los cabellos como las traspapelada que la ministra de Justicia le pegó a la carta para que los gringos contaran las aventuras de Santrich.Y ni que decir cuando el gobierno le dice al Consejo de Estado que ese decreto reinterpretando ( o llevándose por delante) un mandato de ley constitucional fue necesario dictarlo para salvaguardar el orden público.

Independiente de que la gente todavía crea que los marihuaneros son agresivos y violentos ( cuando la yerba adormece todos esos bríos),utilizar argumentos baladíes para defender un decreto que está fundado en el deseo expreso de la remodelación del estado eliminando la intimidad que ha consagrado la Constitución ,demuestra la falta de peso de la medida y el exceso de emocionalismo que los lleva poco a poco a convertir un país que miraba  unido hacia  el futuro en una nación infernal, dividida entre cooperativas de sapos,ciudadanos de bien armados hasta los dientes y policías persiguiendo a fumadores de marihuana pero haciéndose los vendejabones ante el crimen y el atraco que pulula en todos los semáforos.

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