gustavo alvarez gardeazabalA finales de enero de 1949 se celebró en Cali el Congreso Eucarístico Bolivariano alrededor de un templete que hoy es una tradicional iglesia de la capital vallecaucana. En esa época, la construcción más cercana era el recién terminado estadio Pascual Guerrero de manera que la explanada era inmensa y se podía llegar con facilidad desde el Cali  viejo y desde todos los pueblos del Valle por carreteras que aun no estaban pavimentadas en su totalidad.

Mi abuelo,el librero de Tuluá, que no era tan católico como mi madre ,accedió a sus ruegos y aunque ya tenía 68 años me llevó a ver, desde lejos ,la triunfal entrada del cardenal Clemente Mícara al templete.Por aquellas épocas Colombia no tenía cardenal y el papa no viajaba ni a la provincia italiana, mucho menos a otros países del mundo. La llegada entonces del cardenal Mícara era un acontecimiento.Mi abuelo me subió a los hombros para que viera el fastuoso desfile de un hombre regordete que todo vestido de rojo  llevaba una capa blanca con ribetes , que le ayudaban unos monaguillos a arrastrar. Fué imborrable.

Cuando llegue el primer papa latinoamericano ,con una sotanita blanca no más, encontrará a un país sumido en una papitis aguda, que ha conseguido hacerle olvidar el estercolero en que han caído las instituciones judiciales, la profunda división entre  quienes quieren que volvamos a la guerra con las Farc y el ELN y los que siguen creyendo en la paz y ,sobretodo, a un país en donde los grandes responsables de la polarización que vivimos ,Uribe y Santos, olvidaron que el papa los sentó frente a frente en una mesa del Vaticano  y no fueron capaces de ponerse de acuerdo.

@eljodario

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