Andan alborotados los cotarros políticos por la propuesta de los alcaldes de capitales de unificar los períodos con congresistas y presidente. Para los habitantes de los municipios donde gozan de buenos alcaldes, todo les parece bien. Para los que se han tenido que aguantar un Peñalosa o un Armitage, hay rotunda oposición. Son tan lógicas esas actitudes como resulta ser un capricho santanderista alegar que los períodos ni pueden alargarse ni recortarse porque violan una Constitución que últimamente  ha venido recibiendo trato de papel higiénico.

Hay razones económicas para unificar elecciones. El costo de tantas y tan seguidas es muy elevado. Pero también lo es un país gobernado por una Ley de Garantías que obliga a contratar a las carreras o a inventarse vagabunderías como el Fonade para esquivarla.

Hay razones políticas para apoyar la  propuesta y también  para oponerse. La más protuberante es que Uribe, Vargas, Gaviria y Pastrana, ya midieron lo que va a ser el gobierno de Duque en un año y saben que con ese lastre no ganan las elecciones de octubre 2019. La menos protuberante, pero más bullosa, es que los votantes desperdigados en Petro y Fajardo creen que hay opción de subir un escalón más ganándole a un gobierno tan malo en solo 12 meses y se oponen al alejamiento de las elecciones.

Todo se puede negociar. Nuestras cartas de navegación han sido amasijos de pactos y armisticios. Alargar el período de Duque es de mala presentación, pero elegir por el Congreso un presidente provisorio para que gobierne por un año,  de agosto 2022 a agosto 2023, realizando las elecciones normales el año entrante y emparejando todo a partir del 2023, es mucho más expedito, amable y generoso con el país. ¿Por qué no lo piensa así doña Luz María Zapata, la promotora del proyecto desde Asocapitales ?

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