Tras cumplir pacientemente con el injusto arresto domiciliario de tres años, ordenado por un «honorable» juez de la república, volvió a la radio JHON MARO RODRIGUEZ. Es inaudita la forma en que los «bandidos» utilizaron la «justicia» para joder a un hombre bueno; lo llevaron a cinco juicios, lo condujeron esposado a la cárcel de villahermosa, le montaron procesos con el único propósito de enredarlo y sacarlo de la contienda política.
La vuelta les quedo mal hecha, porque JHON MARO esta de nuevo en los micrófonos, fortalecido y con bríos para seguirlos combatiendo. A pesar de la condena y de todas las sandeces que dicen quienes no le conocen , estoy más convencido que nunca de la clase de ser humano que es JHON MARO, metería la mano al fuego mil veces por el, lo he dicho en la radio , es el alcalde más honesto que ha tenido Cali. La gente se sorprende de como alguien que llega al poder y puede salir millonario del cargo no lo hace, pero con él es distinto, porque no lo conmueve el dinero, no ambiciona la plata, es desprendido y lo ha sido siempre. Cuando dirigía su noticiero y llamaban para contratos de publicidad todos íbamos corriendo a firmar, el le avisaba a un vendedor para que se quedara con la comisión que daba la empresa. Su única debilidad son las mujeres bonitas, aunque ahora dice que hizo votos de castidad, ojalá y no valla a terminar en la comunidad del anillo.
El juez que lo condeno algún día tendrá que reconocer la monumental injusticia que cometió de privar de la libertad a un inocente por algo tan «grave» como darle un contrato laboral a una funcionaria de tercer nivel. eso daba si acaso, para una multa de medio salario mínimo, ahora entiendo porque LA JUSTICIA ES CIEGA. Si yo fuera ese juez no dormiría tranquilo, la conciencia me atormentaría y terminaría angustiado y loco por el remordimiento de haber dañado a alguien en nombre de la justicia.
LOS TRIBUNALES INTERNACIONALES TENDRÁN QUE RESARCIR EL BUEN NOMBRE DE JHON MARO Y LA JUSTICIA DIVINA TAMBIÉN HARÁ LO SUYO. «NOS SENTAREMOS CON MI AMIGO JHON A VER PASAR ENFRENTE DE LA CASA LOS CADÁVERES DE NUESTROS ENEMIGOS».
