DESDE MI TRINCHERA

POR ADOLFO LEON OLIVEROS TASCON

TRATANDO DE ENTENDER LA SITUACION ACTUAL DE CALI

Debo empezar por expresar mi profundo rechazo a la reacción violenta de algunos miembros de la fuerza pública contra muchas personas inermes que pacíficamente protestan por múltiples causas que tienen al pueblo agobiado, sin perspectivas hacia el futuro, padeciendo todo tipo de necesidades en sus hogares, incluyendo la inaplazable hambre. No desconozco que se han detectado casos gravísimos de vandalismo, unos propiciados o ejecutados por infiltrados de sectores que quieren ignorar las reivindicaciones populares, otros por personas que se dejan provocar por agitadores profesionales y muchos que no pueden atajar la rabia que produce la corrupción, hechos repudiables en razón a que la violencia no es el camino correcto.

Se sabe desde mucho tiempo atrás, especialmente a partir de los encierros ordenados por autoridades gubernamentales, que la ausencia de ingresos y la consiguiente hambruna, no garantizaba disciplina “social” y mucho menos de convivencia pacífica, toda vez que como verdad de “perogrullo” es imposible tener contenta a una sociedad sin posibilidades de supervivencia.

Las autoridades conocen, mejor que nadie lo anterior, sin embargo, haciendo alarde de actos de derroche, malversación (ferias virtuales, alumbrados ambulantes, contratos multimillonarios en la gobernación del Valle, en la EPSA, y otras entidades estatales, incluyendo la presidencia de la república), desafían a un pueblo angustiado, que se dan cuenta directamente de todos estos latrocinios que se hacen con el presupuesto público y que con impotencia contemplan como estos impostores compran inmuebles de tres mil millones de pesos en zonas exclusivas de Cali con el dinero que está destinado para garantizar la salud, educación y  bienestar de las comunidades.

Corolario de lo anterior es que el gran responsable de la critica situación que estamos viviendo son los mismos gobernantes que se apropian indebidamente de los recursos públicos para su propio beneficio y con insolencia plantean seguir exprimiendo a un pueblo que ya no aguanta más, coyuntura igual a la que se vivió en la época de la revolución de los comuneros con José Antonio Galán, Manuela Beltrán, entre otros.

 

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