Hace 30 años el país se estremeció con uno de los episodios judiciales más sonados de la crónica judicial: «el caso del enmaletado»; un hombre fue asesinado y su cuerpo partido en pedazos fue depositado en una maleta que finalmente llegó a la terminal de pasajeros de Bogotá.
La historia se repitió en Cali la semana pasada con BRAYAN LEONARDO SIERRA un joven de 21 años, instructor de un gimnasio que fue encontrado partido en trozos al interior de dos maletas en la vía a santander de quilichao. Los detalles conocidos de este episodio macabro, son realmente escabrosos, una bella mujer que asistía al gimnasio donde trabajaba el «descuartizado» se enamoro perdidamente de él y se propuso conquistarlo, le daba regalos, le llevaba postres, le enviaba corazones a su whatsapp y de múltiples formas le hacia saber al muchacho que quería tener una relación intima, mas allá de la de profesor y alumna. Cuentan los testigos que el instructor con figura esbelta y cuerpo de atleta, no quiso acceder a los requerimientos sexuales de la ardiente mujer y que esta habría sido la causa de su horrible muerte.
Según el relato de los médicos forenses que examinaron el cuerpo, BRAYAN LEONARDO fue horriblemente torturado particularmente en la zona de sus genitales, su pene fue pellizcado múltiples veces con un corta uñas, (con solo imaginarlo me duele).
Este episodio devela una vez mas, lo sórdido y ruin de la condición humana, una mente perturbada no tiene limites para cometer los hechos más atroces en contra de otra persona. A esta modalidad de descuartizar, se suman la de arrojar agua hirviendo, cortar el «pipi» con tijeras y hasta castrar al hombre con un rabioso mordisco cual perro hambriento. Oh señor de los cielos, libranos de caer en manos de una descuartizadora o de una arranca penes.