Muy aplaudida la decisión del fiscal general de la nación, de reversar la decisión de un subalterno de imputarle cargos por homicidio simple al cantante que mató al ladrón que asesinó a su esposa, el alto funcionario valoró las pruebas y calificó como legítima defensa lo ocurrido, como estaban las cosas el artista podía terminar en la cárcel lo cual hubiera sido una aberrante injusticia; el episodio de sangre conmovió al País, una alegre reunión con un grupo de amigos al calor de unas copas termino en una dolorosa tragedia por el accionar violento de unos delincuentes crueles y sanguinarios; todos nos preguntamos: ¿cómo hubiéramos reaccionado en un evento como ese?

El dolor y la impotencia de ver a un ser querido apuñalado de manera mortal es una experiencia espantosa, el instinto primario nos dice que haríamos lo posible por hacer justicia por propia mano y aunque no es un sentimiento sano, la mayoría nos alegramos con la muerte del delincuente.

Tal como están las cosas los expertos en seguridad recomiendan no oponer resistencia a un atraco, los asaltantes van decididos a todo, poco les importa la vida de sus víctimas, si se oponen los matan o los hieren gravemente, aunque a nadie le gusta que le arrebaten lo que ha conseguido con esfuerzo, las cosas materiales se reponen, la vida no, el atracador actúa de manera asustadiza cualquier movimiento puede ser interpretado como intento de defensa y ataca primero.

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