Derrotar las maquinarias políticas es una tarea titánica pero no imposible, el ejemplo más cercano es la campaña presidencial de Gustavo Petro, sin puestos, sin representación en corporaciones públicas, llenó todas las plazas públicas, tengo el intimo convencimiento que fue el legítimo ganador de las elecciones pero la registraduría dijo otra cosa; el gran reto no es solo derrotar los clanes que ostentan el poder, el mayor obstáculo es el escrutinio de los votos en manos de una registraduría espuria que defiende justamente los intereses de esa clase política tradicional.

En el atlántico Nicolas Petro libra una lucha desigual contra la familia char aliada con el uribismo y toda la clase politiquera costeña. En Bogotá Hollman Morris solo contra todos quiere llegar a la alcaldía. En el Valle del Cauca es pelea de “tigre con burro amarrado” ningún candidato tiene como competir con el poder burocrático, político y económico de Dilian Francisca Toro, es un hecho que la gobernadora será Clara Luz Roldan. Por Cali está más equilibrada la cosa, Jorge Iván Ospina está a punto de derrotar a dos candidatos de gran poder económico, Roberto Ortiz , millonario empresario de las apuestas y Alejandro Eder perteneciente a una de las familias más acaudaladas del valle, dueños de ingenios azucareros y grandes extensiones de tierra.

La nuestra es una democracia imperfecta, un candidato sin recursos difícilmente gana; la política se encareció, la gente se
acostumbró a votar a cambio de algo.

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