La gente siente gran desconfianza por los pastores evangélicos y los políticos, el imaginario colectivo los asocia con corrupción, les resulta difícil entender como un aspirante a una corporación como el Concejo de Cali, invierte tanta plata para lograr su elección, ni sumados todos los ingresos que recibe en sus cuatro años de concejalía logra recuperar lo invertido y “nadie compra huevos para vender huevos”. ¿de dónde cuadran caja, como recuperan la plata gastada?, Ahí está el detalle, muchos llegan al concejo municipal provenientes de humildes sectores, montando en bus urbano y luego de su paso por esa corporación adquieren lujosas mansiones en ciudad jardín y disponen de varios vehículos de alta gama; es complicado entender que una campaña al Senado cueste cinco mil millones de pesos; igual ejercicio sumados todos los sueldos no recuperan ni la mitad; el dinero les llega mediante la contratación, los políticos son beneficiados con dependencias estatales que entregan a gente de su entera confianza para manejar grandes presupuestos, los contratos son inflados, se facturan los servicios con sobrecosto, a toda contratación se le rebana el porcentaje que va a las arcas del político, “todos comen callados”, generalmente son descubiertos cuando hay problemas en la repartición del botín, al que tumban le da rabia y filtra a los medios el torcido.

En igual sentido los pastores evangélicos abusan de la fe popular, comienzan en garajes de sus casas y al poco tiempo se hacen millonarios.

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